dilluns, 17 de maig del 2010

actividad literaria

Ha sido un fin de semana frenético y muy sexual.
El viernes empezó siendo aburrido, la verdad. Asistí a una actividad literaria. Las lecturas eran interesantes, pero yo no estaba especialmente motivado... hasta que la vi!
Estaba sentada tres filas por detrás, pero la vi y ya no puede seguir la lectura.
Cuando acabó la actividad me hice el encontradizo para forzar un encuentro con ella. Y así fue.
-qué te ha parecido?
-bien, aunque no es su mejor libro...
Creo que se dio cuenta que el libro me interesaba poco y que lo que me iba interesando más eran sus ojos y, sobretodo, su escote. Se me escaparon un par de miradas hacia sus pechos (miradas que no pasaron desapercibidas...).
Le propuse acabar de comentar el libro en una cafetería cercana y aceptó.

En la cafetería de lo que menos hablamos fue del libro, afortunadamente. El libro era soporífero, pero sus tetas cada vez me gustaban más. Hablamos del tiempo, de la ciudad, de la crisis y de cocina. Le dije que yo no era un gran cocinero, pero algunos platos sí me salían bien... y que si los quería probar...
Sin duda era mi día de suerte. Dijo que sí.

Fuimos juntos a mi casa. Llegamos, pero no me dio tiempo de enseñársela. En el recibidor nos besamos, apasionadamente. Nuestras lenguas se conocieron y juguetearon.
Poco a poco le deabroché la camisa blanca en la que se entrevían los pezones, duros, durísimos. Jugué con ellos, los chupé y los mordí suavemente.
Ella me quitó el jersey e hizo lo mismo conmigo, y luego bajó, y bajó.
Me bajó los pantalones y me la sacó. Tenía la polla dura, durísima. Se le metió en la boca y de allí ya no salió hasta después del orgasmo.
Fuimos al sofá. Le quité la ropa y paseé mi lengua por todo su cuerpo, desde las orejas hasta los dedos de los pies.
Luego retrocedí y paré en su sexo. Jugué con con. Mi lengua iba y venía de su clítoris a su culito. Por los gemidos entendí que le gustaba, así que seguí hasta que se corrió.
Me pidió más y seguí. Se corrió tres o cuatro veces (al final perdí la cuenta).
Fuimos a la cama, me estiró y se estiró encima mía. Follamos como locos y nos volvimos a correr.
Acabamos cansadísimos pero muy satisfechos.

Le dije que haría algo de cenar, pero no quiso.
Se fue.
No se nada más de ella. No tengo su teléfono, ni su mail.
Sólo espero que aparezca el próximo viernes en la actividad literaria.

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